martes, 13 de octubre de 2009

Cueva de El Pendo

La cueva de El Pendo se sitúa en el barrio de El Churi, municipio de Escobedo de Camargo, a escasos metros sobre el nivel del mar.Se desarrolla sobre calizas arrecifales urgonianas del Cretácico inferior. Geomorfológicamente su localización corresponde a una depresión de tipo endorreica, en relación con la Sierra de Peñajorao, una de las zonas cársticas costeras más importantes de Cantabria.


La Cavidad

La cueva es un sumidero del río Pendo que canaliza las aguas de escorrentía del valle y que tras 12 Km. de recorrido subterráneo vierten al río Pas. Se trata de una cavidad de amplias dimensiones (hasta 45 m de anchura y 22 m de altura máximas) de la que destaca su boca de entrada, un sector que dispuso de hasta 600 m2 de superficie útil para los asentamientos humanos. Su desarrollo es de 160 metros. En la actualidad el área de vestíbulo está parcialmente cubierta por grandes bloques caídos de la visera, bajo los cuales seguramente existen numerosas evidencias de las ocupaciones humanas prehistóricas. La mayor parte de su recorrido es una gran sala, de trazado descendente, cuyas dimensiones máximas son de 40 m de anchura y 22 m de altura. A lo largo de ella y bajo el sedimento, se conservan materiales de las actividades que realizaron los Homo neandertalensis y los primeros Homo sapiens.Al final de la gran sala (a unos 80 m de la verja de entrada) y a la altura donde se sitúa el panel principal de pinturas, la cueva se va estrechando progresivamente hasta llegar (al cabo de unos 60 m) a un pequeño divertículo sinuoso de reducidas dimensiones.

HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN Y CONTEXTO ARQUEOLÓGICO
Se trata de una cueva con mucha historia. A pesar de ser conocida desde siempre por los lugareños, no fue hasta 1878 cuando se descubre científicamente de la mano de Marcelino Sanz de Sautuola. Desde ese año hasta 1910 fue objeto de varios trabajos arqueológicos por parte del propio Marcelino y de investigadores como Hermilio Alcalde del Río, quien encontró los grabados del divertículo final. A partir de 1910 y hasta finales de los años 20 del siglo pasado, Jesús Carballo coordinó los nuevos trabajos de excavación que pusieron al descubierto la importante secuencia estratigráfica y de ocupación humana, a la vez que se fueron recuperando algunas de las piezas de arte mueble paleolítico, como el bastón de mando, más significativas de Cantabria y de Europa.Su importancia científica se reafirmó durante los años 50, formándose un equipo internacional de trabajo, coordinado por Julio Martínez Santaolalla. Los Cursos Internacionales de Arqueología de Campo se llevaron a cabo en El Pendo, e investigadores de renombre, como André y Arlette Leroi-Gourhan, dedicaron parte de su tiempo a trabajar en esta cueva. Diferentes acontecimientos provocaron que no se publicaran los resultados, si bien años después Joaquín González Echegaray retomó la idea de un estudio actualizado, dando como resultado la publicación en 1980 de una monografía. Recientemente Ramón Montes y Juan Sanguino reactivaron los trabajos en la parte más antigua de la secuencia (Paleolítico medio). Además, sus trabajos pusieron al descubierto el llamado “Friso de las Pinturas”, un gran panel de pinturas rojas que había pasado desapercibido, debido al deficiente estado de conservación.Los depósitos sedimentarios contienen una representación de 33 niveles que abarcan una secuencia que se inicia hace unos 84.000 años y llega hasta el inicio de nuestra era, con la Edad del Hierro.Los niveles más antiguos corresponden al Paleolítico medio y contienen evidencias del hombre de neandertal, que vivió en un ambiente de bosque caducifolio y cazaba bisontes, ciervos y caballos principalmente. Probablemente la mayor parte de las ocupaciones se desarrollaron en un ambiente de clima frío. Los niveles del Homo sapiens corresponden a una completa secuencia cultural del Paleolítico superior. Estas ocupaciones son un referente en la construcción del devenir humano desde hace unos 38.000 hasta hace unos 12.000 años. También es de destacar la utilización de la cavidad, especialmente las zonas medias e interiores, como lugar sepulcral durante la Edad de Bronce. Como ya se ha apuntado, su amplia y continua estratigrafía con ocupaciones humanas y las evidencias de arte mueble del Paleolítico superior hacen de esta cueva un hito de la investigación. En cuanto a las evidencias artísticas, además de los dibujos rupestres rojos, destacan los bastones de mando, de los que se cuentan hasta 12 ejemplares.

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